El Palacio Rosa
(Un hubiera de nuestro episodio de Coraline y La Puerta Secerta)
Capitulo 2
Rómpete una pierna
El
teatro como todas las artes escénicas, está lleno de supersticiones. La mayoría
de los directores, guionistas y, obviamente, los actores, tienen cábalas o
rituales antes de llevar a cabo su función, hay algunos un tanto extremos como llegar a realizar algún ritual o encantamiento para tener éxito
en el escenario. Y, solo algunos, pueden recurrir a prácticas más lúgubres por
decirlo de alguna manera.
April Spink y Miriam Forcible, fueron dos
renombradas actrices de teatro que eran famosas por su belleza y el poco
talento actoral que derrochaban en el escenario. A pesar de esto, durante su
juventud acumularon una fama y fortuna muy grande. “El coronel”, como todo mundo
lo llamaba, era un adinerado productor de teatro quien era dueño del Palacio
Rosa. Todos en la industria creían que las 2 actrices habían embrujado con
algo más que sus encantos al viejo, ya que a pesar de sus pocos dotes histriónicos, El Coronel siempre producía las obras protagonizadas por April Spink y Miriam Forcibe. Al
fallecer el productor, la carrera de ambas se fue en picada, ocasionando
que, a los pocos años, abandonaran su carrera actoral.
A pesar
del paso de los años, la gente del pueblo recordaba como si hubiera sido ayer la
última obra de Spinx y Forcible. Las ya actrices de la tercera edad aun lucían
un aire de grandeza y gran parte de la belleza que las acompañó durante su
juventud... parecía que el tiempo pasaba en el pueblo, pero no en ellas.
Su fortuna, al igual que su fama, se fue terminando, quedándose solamente con el viejo Palacio Rosa que les había sido heredado por el Coronel en su testamento. Actualmente esta propiedad era su única fuente de ingresos. Al ser muy grande para ellas, habían dividido la casona de tal forma que ellas habitaban el sótano y rentaban las otras 2 plantas a visitantes o personas que quisieran disfrutar de la tranquilidad del bosque.
En el pueblo no alcanzaban a recordar a todas las
parejas que habían rentado alguna de las plantas del palacio, pero lo que sí recordaban, era que nunca había llegado una familia con niños, por lo que les
resulto muy extraño que mi familia llegara a ese lugar.
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